sábado, 15 de septiembre de 2007

En este mismo momento las puertas del cielo están abiertas. No hay necesidad de llamar porque no hay un cielo exterior, tú es­tás ya dentro. Está tan sólo alerta y mira a tu alrededor sin que los ojos estén llenos de deseo ...Es un raro florecimiento de las más altas cumbres y del encuentro de esas cumbres.

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